Incansable recopilador de relatos y anécdotas legendarias, Alexandre Dumas (1802-1870), autor de Los tres mosqueteros y de El conde de Montecristo, escribió también cuentos para niños, inspirados en las brumosas tierras alemanas. En 1858, realiza un viaje a Rusia. Entre las montañas del Cáucaso y el mar Caspio descubre un pueblo áspero, al que se referirá indistintamente como checheno, lesguio o tártaro, y enfrentado a los ocupantes rusos. Con delicado estilo oriental, no exento de humor, nos cuenta la historia del joven príncipe tártaro Iskander, que, con la ayuda de uno de aquellos cabecillas que hostigan a los invasores rusos, consigue casarse con su amada. Volga arriba, no lejos de Kazán, los aguerridos héroes dejan paso a personajes entregados a todos los excesos imaginables. Por ejemplo, un siervo fiel, Jacquot, relata su historia, que en realidad es la de su siniestro señor: una macabra intriga será el broche que cierre la historia de este boyardo, arquetipo de todos los desenfrenos imaginables del antiguo régimen. El romántico irredento que fue Dumas, fascinado por todas las pasiones y maldades que zarandean el espíritu humano, presta lo mejor de su genio narrativo a estos tres cuentos que desvelan una faceta, no por poco conocida menos asombrosa, de este monstruo de la inspiración literaria que sabía cómo cautivar a lectores de todas las edades, desde el principio hasta el final.
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