A mi juicio el destino de la especie humana será decidido por la circunstancia de sí -y hasta que punto- el desarrollo cultural logrará hacer frente a las perturbaciones de la vida colectiva emanadas del instinto de agresión y autodestrucción. En este sentido, la época actual merece nuestro particular interés. Nuestros contemporáneos han llegado a tal extremo del dominio de las fuerzas elementales que con su ayuda les sería fácil exterminarse hasta el último hombre. Bien lo sabe y de ahí buena parte de su presente agitación, de su felicidad y de su angustia. Sólo nos queda esperar que la otra de ambas potencias celestes , el eterno Eros, despliegue sus fuerzas para vencer en la lucha con su no menos inmortal adversario. Más, ¿quién podría augurar el desenlace final? Sigmund Freud.
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