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El lado no tan divertido de vivir con dinero prestado es que acabas debiendo más dinero durante mucho tiempo después de gastarlo. Esto puede continuar incluso después de que las cosas que compraste con dinero prestado ya no sean tan preciadas para ti. Tus años de universidad son emocionantes, pero años después sigues intentando pagar los préstamos estudiantiles aunque hayas cambiado a una carrera en un campo que no tiene nada que ver con tu caro título universitario. Mudarte a la casa de tus sueños es maravilloso al principio, pero unos años después la casa ya no es tan soñada y la hipoteca mensual te sigue quitando un bocado más grande de tus ingresos de lo que realmente puedes permitirte. Un coche nuevo y reluciente es emocionante, pero tres años más tarde el brillo desaparece y hay que seguir pagando. El último y mejor ordenador es más bonito que un modelo más barato, sobre todo cuando puedes conseguirlo con el plan "sin pagos durante seis meses", pero sigues pagando por ese ordenador mucho después de que se haya quedado viejo y lento en comparación con los más nuevos. Estar al día con la última moda en ropa sienta muy bien, especialmente cuando todo lo que necesitas es una tarjeta de crédito mágica, pero no sienta tan bien cuando la moda ha cambiado y las compañías de tarjetas de crédito te acosan.