Una faceta poco explorada del lysenkoísmo y su presencia represiva y destructiva en la Unión Soviética es su relación con la industria cinematográfica. Esta corriente pseudocientífica, que amenazaba los logros históricos de los científicos rusos y soviéticos, consiguió amalgamarse con el poder político en su disputa por el poder en las universidades y los medios de comunicación especializados. Algunos de sus exponentes, como el agrónomo ucraniano Trofim Lysenko, se convirtieron también en figuras políticas. Y querían utilizar el cine como arma para difundir sus teorías charlatanescas y aumentar así el número de adeptos en la sociedad. Incluso directores importantes acabaron siendo reclutados, aunque fuera a regañadientes, como el famoso cineasta ucraniano Aleksandr Dovjenko, que luchó denodadamente por mantener su visión artística y su obra frente a los intentos de los lysenkoístas de controlarla y manipularla.
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