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Gracias a Internet, los consumidores de productos bancarios disponen de nuevos servicios bancarios y transaccionales. Sin embargo, las tecnologías actuales abren un amplio abanico de posibilidades para el uso fraudulento de una tarjeta de pago. Antes, las tarjetas de pago podían suplantarse fácilmente por teléfono, mensaje de texto, spam o correo electrónico. Y el número de víctimas potenciales de estafas no deja de crecer. Los puntos clave que hay que tener en cuenta en los litigios relacionados con el phishing de tarjetas bancarias, tal y como están previstos en la legislación y la jurisprudencia de la CEMAC, son los siguientes: en ausencia de negligencia grave por parte del cliente, el banco es responsable y está obligado a reembolsar las sumas sustraídas indebidamente de la cuenta de la víctima. Por otra parte, el banco no es responsable si se demuestra negligencia grave por parte de la víctima. En este caso, la apropiación indebida de datos bancarios es imputable a la falta de precaución del cliente ante el spam y los mensajes que solicitan información personal y confidencial.