El desarrollo de las finanzas ha sido fundamental para el desarrollo capitalista. En Castilla y León la fundación de entidades ha dependido sobre todo del capital local, pero a mediados del siglo XIX también se crearon bancos con capital francés. Tras la crisis de 1864 sólo quedaron comerciantes-banqueros y las primeras cajas de ahorros, renovadas a partir de la Restauración borbónica. Durante el XX se crearon nuevos bancos y los comerciantes-banqueros transformaron sus empresas en sociedades anónimas, pero a finales de la década de 1960 pasaron a manos de intereses radicados en Madrid -adonde trasladaron las sedes-, o bien fueron absorbidos por bancos nacionales, o fueron víctimas de la crisis bancaria de 1977-1985. Las cajas de ahorros han servido a los pequeños agentes económicos, mientras que la banca local era poco atractiva para la mayor parte de los ahorradores. A comienzos del siglo XXI las cajas suponían dos tercios del sistema financiero regional, pero la crisis iniciada en el año 2007 ha obligado a un proceso de fusiones en el que las principales cajas de otras regiones han creado grandes grupos a los que se han sumado las castellano-leonesas.