El proceso conocido genéricamente como lagunas de estabilización es uno de los procesos de tratamiento de aguas residuales más extendidos en el mundo. Por tratarse de un proceso de bajo coste de implantación y facilidad operativa, las lagunas de estabilización resultan muy atractivas, incluso cuando se comparan con las técnicas de tratamiento más modernas. Sin embargo, con la creciente demanda de las agencias medioambientales de una mejor calidad de los efluentes de las plantas de tratamiento, el uso de las lagunas de estabilización se ve limitado debido a la frecuente presencia de sólidos en suspensión en el efluente a causa de las algas. Los sólidos en suspensión pueden provocar consecuencias indeseables en el cuerpo receptor, como el aumento de la demanda de oxígeno en el mismo o la aparición de problemas de color, olor y sabor en el agua, debido a la presencia de algas. Las algas son extremadamente importantes en el sistema de tratamiento, ya que proporcionan el oxígeno para que las bacterias degraden la materia orgánica (simbiosis natural), pero cuando el efluente sale del sistema de tratamiento las algas se convierten en un inconveniente. La eliminación de las algas proporciona un mejor aspecto visual y permite la reutilización del efluente tratado.
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