Aspecto esencial de la ideología liberal-burguesa que abocó a la creación del estado-nación ¿ámbito de realización de un nuevo orden económico, pero también de superación de las relaciones sociales de tipo estamental¿, el nacionalismo ha sido uno de los grandes motores de la transformación política en los dos últimos siglos. Y lo ha sido por recoger, si bien sublimándolas e incluso manipulándolas, las aspiraciones colectivas de defensa cultural, autoestima y conciencia de pertenecer a una comunidad. Ello le ha permitido adaptarse a distintas circunstancias históricas desde las independencias de los países coloniales y las luchas de liberación nacional del Tercer Mundo, hasta el colonialismo del XIX y los distintos fascismos del siglo XX. ¿Podrá sobrevivir a las transformaciones que se apuntan en el siglo XXI? En efecto, el estado-nación está sometido desde hace tiempo al doble embate de la globalización y la dejación de su soberanía en estructuras supranacionales a la vez que a un fortalecimiento de las tendencias regionalizadoras que buscan la consolidación de entidades subestatales, a veces con fuertes contenidos etnicistas. La Unión Europea y otras instituciones, por un lado, y la disgregación de la Unión Soviética y Yugoslavia ¿así como el crecimiento de movimientos nacionalistas en Europa Occidental¿, por otro, son manifestaciones de esta doble dinámica. Esta obra aborda la multiforme realidad de los nacionalismos, tanto en su historia y en su evolución como en la actualidad. Y ello para avanzar su papel en el siglo que está comenzando y poner de relieve las carencias y riesgos de una ideología que, como tal, no es sino una percepción de la realidad que ha sido elevada muchas veces a la categoría de verdad superior a la conciencia individual.
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