Vivimos en una red de comunicaciones humanas. Hay muchos hilos invisibles que nos conectan con los demás seres humanos, haciendo que nuestra felicidad esté suspendida sobre su felicidad y nuestro descontento pendiente de su miseria. Refutar estos hilos sólo porque no tienen una existencia tangible y visible que se pueda observar claramente, es un ejemplo de miopía y superficialidad. Sin duda, debemos venerar esta red de comunicación para poder vivir una vida feliz. No somos islas dentro de un océano; somos gotas en un mar que sufren juntos la tormenta y se calman juntos.
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