El contexto social actual y los cambios futuros plantean el reto de pasar del énfasis en la planificación de la enseñanza, a un nuevo papel docente que conlleve a la generación de situaciones significativas, donde los estudiantes aprendan lo que requieren para su autorrealización y su participación en la sociedad. Los movimientos académicos a favor de la interdisciplinariedad como modo de superar la excesiva especialización del conocimiento, han buscado un abordaje de las situaciones sociales del contexto y los problemas complejos en la integración del saber, donde la calidad educativa no se aumenta incrementando los conocimientos, sino impulsando valores democráticos de convivencia, del desarrollo del espíritu crítico; facilitando así procesos de innovación y experimentación educativa, cambiando las metodologías tradicionales por otras participativas y dándole al proceso educativo una dimensión más práctica, en virtud de la cual los estudiantes no sólo aprendan conocimientos sino que practiquen lo aprendido, valorando su aprendizaje a través de la experiencia.