La Madre Teresa, una dama muy cariñosa, cuyos ojos reflejaban la bondad de su naturaleza, una filántropa cristiana y una fe viva con su santa sencillez, no es ni una heroína ni el ser humano más importante y valioso. Ella es solo una inspiración que ha hablado directamente a los corazones de millones de personas, a través de sus buenas acciones. Ella no es una santa ni una profeta, solo es simplemente una mensajera del amor de Dios. La Madre Teresa enseñó que cada día y cada momento es una oportunidad para rezar. Por lo tanto, rezamos dondequiera que estemos y rezamos mientras trabajamos. El amor, la tolerancia religiosa y la compasión en la oración de cada fe ayudarán a un hindú a ser un mejor hindú, a un musulmán a ser un mejor musulmán, a un católico a ser un mejor católico. Como creyente, la oración es también un deber sagrado.
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