La definición de los conceptos de salud y enfermedad mental no resulta fácil. Por su propia naturaleza, la salud es un estado dinámico y cambiante que se ve influido por los patrones de conducta del sujeto y por las interacciones con los demás y con su entorno. La salud mental también es dinámica y fluida, y cambia en función de los factores de estrés que surgen en la vida. Casi todas las personas se enfrentan y se adaptan a los cambios que se producen a su alrededor. Aunque puedan acontecer problemas, esas personas están básicamente satisfechas de quiénes son y de su lugar en la vida. Son personas capaces de amar y expresar el amor libremente, sin miedo a perder su independencia. La flexibilidad y la voluntad para intentar algo nuevo o diferente conlleva una ilusión por aprender. La vida se considera importante y se aprecian los momentos especiales de la misma. Las adversidades se contemplan como un reto o una oportunidad para crecer. Un adulto mentalmente sano es una persona que puede afrontar y ajustarse a los factores estresantes de la vida cotidiana de una forma aceptable. ¿Pero que sucede cuando esto no es así?