Estamos en un momento histórico importante de reorganización del mapa económico productivo. En las últimas décadas, los cambios en el contexto, cada vez más profundos y en períodos de tiempo cada vez más cortos, ampliaron la brecha de inestabilidad e imprevisibilidad. La complejidad del contexto actual (más allá de los límites geográficos o regionales) se puede caracterizar mediante tres factores: la diversidad de actores en la estructura económica y social de las sociedades; la velocidad y la dinámica de interacción sustentada por la tecnología y redes de comunicación; y la multiplicación exponencial de las situaciones inéditas que desafían modelos de negocios establecidos y parámetros convencionales de producción. Esta trama de nuevos condicionamientos es un desafío para las organizaciones, instituciones y empresas porque sus modelos de gestión de la comunicación y las relaciones sociales están basados en contextos económicos controlados, con actores conocidos y niveles de impacto previsibles. Esta estabilidad ideal está muy lejos del paisaje actual de dinámica social.