Es un hecho que los materiales compuestos, en especial los polímeros reforzados con fibras, son un potencial sustituto de los metales para aplicaciones estructurales, sin embargo se debe profundizar en el estudio de su comportamiento mecánico para así optimizar su utilización. Utilizando modelos de daño, en torno a un ambiente de elementos finitos, es posible mejorar el uso de estos materiales obteniendo resultados confiables. Estos modelos toman en cuenta la degradación de las propiedades mecánicas (daño) y su evolución con respecto a la deformación plástica, la cual influye fuertemente cuando la estructura está sometida a esfuerzos de corte.