El escenario social actual se caracteriza por la dictadura de la apariencia, donde ser bello y capaz de un buen rendimiento cognitivo son criterios que validan la competencia del sujeto. Aquellos que no cumplen con estos ideales a menudo cargan con un estigma y están fuertemente marcados por su propio incumplimiento de las normas establecidas por la ideología contemporánea. A partir del seguimiento de un niño con síndrome de Down, este trabajo pretende analizar el papel del psicólogo como mediador escolar, considerando la importancia del entorno para el desarrollo emocional y cognitivo del niño. Para desarrollar este tema, recurrimos a las ideas de Freud, Winnicott y Ferenczi, que atribuyen gran importancia a los inicios de la vida psíquica y a la importancia del ambiente en la construcción de la subjetividad. Buscamos destacar la importancia de la ética del cuidado como algo fundamental en el establecimiento y mantenimiento del trabajo de mediación escolar.
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