Desde hace mucho tiempo interesa conocer la relación entre la creatividad y la personalidad, o de aquella y la inteligencia. Este libro no aborda dichas relaciones ampliamente pero se centra, dentro del ámbito educativo, sobre el peso que tienen algunos rasgos de personalidad en una mayor creatividad. Dentro del mismo ámbito, también se interesa por saber si realmente hay que ser muy inteligente para ser creativo. Después de situar a los agentes del hecho creativo: persona, contexto, proceso y producto, se pone de manifiesto la complejidad en la evaluación del hecho creativo, y de las contingencias que han de concurrir para que se de la creatividad. En todo caso, es necesario y posible mejorar la creatividad en los niños. Al fin y al cabo, en este mundo cambiante, la innovación y la capacidad para generar respuestas a los nuevos desafíos será la única esperanza del individuo en el futuro.