Los avances de la medicina han aumentado la expectativa de vida y el número de Adultos Mayores en general; paralelo a este cambio también se ha producido un significativo aumento de gastos para el Gobierno y, a la vez, se ha generado un espacio para ofrecer mejores servicios. Dada la complejidad que implica entender las necesidades del otro para prestarle un servicio de mejor calidad, se observa que sería mucho mejor permitir que el propio Adulto Mayor autovalente participase en el proceso de diseño, construcción y gestión de sus servicios. Luego, la vejez podría ser construida por la forma en que el Adulto Mayor interpretase y se adaptase a su realidad, donde el conocer, el hacer y el convivir generarían un ser capaz y productivo.