Me presento como un sacerdote que quiere hacer de la memoria y gratitud, un testimonio, uno de tantos sacerdotes que trabaja por el Reino de Dios. Solo me aventuro en este mar de palabras y navegar en esta historia de mi vida. Recuerdo que el sueño más grande era ser sacerdote. Interiormente sentía que iba a ser sacerdote, a pesar de las muchas dificultades. Aproximadamente tenía entre 8 y 9 años cuando le, manifesté a mi mama que quería ser sacerdote. Y 14 años cuando ingrese al Seminario, solo tenía el llamado, la vocación, el deseo intenso de ayudar, comprender, sentir y compartir lo que me enseñaron en mi familia. Como nos enseña el apóstol: San Pablo en la Carta a los Romanos 12,15: ''Alégrense con los que están alegres y lloren con los que lloran".
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