Me falta tanto. No tengo la humildad de aquel mendigo, ni canto como el trovador del pueblo, ni escribo como el vate que bendigo, ni bailo como ese artista, en pleno vuelo. No rezo como la abuela persistente, ni leo como aprendiz tan absorbente, ni sueño como los niños de mi frente, ni sirvo como la madre permanente. No avanzo como ese párvulo sonriente, ni creo como quisiera, inmensamente, ni pienso como el filósofo valiente, ni enseño como maestro, mansamente. No soy lo que quisiera, internamente, ni comprendo a las personas, santamente, ni disculpo el mal causado injustamente, ni amo a los demás, completamente. Me hace falta hablar menos, tantas veces, y dejar que fluya más la vida verdadera, me hace falta hablar más, en ocasiones, en que la paz se prostituye, cual quimera. Me falta tanto, para ser mi propio ideal de persona, y estoy lleno de las maldades que critico, y estoy harto de mis incoherencias, y me cansa ir por donde yo no quiero. Sin embargo, estoy aquí Señor, para aprender de ti, a ser Humano Amor.