El cambio o la transformación debe ser una respuesta constante, anticipada y en ocasiones hasta generada o estimulada, es decir, debe ser parte de la estrategia corporativa, requiriendo por tanto, ser reconocida por sus integrantes a los fines de apalancarla y concretarla, pues es necesario entender que independientemente del origen y celeridad de la transformación, indubitablemente el cambio siempre ocurrirá, sólo que su resulta no coincidirá con lo deseado, lo ideal. Es así que para impulsar la transformación, es fundamental descifrar: ¿De dónde se parte, a dónde se quiere llegar, qué puede promover o impedir el avance y qué hacer para tener éxito?, además de precisar quiénes pueden impulsar o retardar la metamorfosis.