En el nuevo esquema neo-liberal la educación se convirtió en un vehículo necesario para el desarrollo de la sociedad mexicana y como muestra, la matrícula en universidades particulares y públicas comenzó a incrementar considerablemente; irónicamente en una coyuntura histórica de mayor demanda, las universidades públicas comenzaron un proceso de reforma en donde sólo aceptaban a aquellos alumnos que fueran los mejores de sus preparatorias o bachilleratos, probado mediante examen de admisión y que significó el rechazo de muchos candidatos a ingresar en la universidad pública. Comenzaron a surgir universidades pequeñas que fueron bautizadas como universidades al vapor , de garaje o patito que ofrecían a los alumnos una opción más económica que la de universidades particulares de renombrado prestigio y que habían sido fundadas entre 1941 y 1963. Las universidades patito se convirtieron en laboratorios sociales ya que con la finalidad de captar más alumnos, comenzaron a ofrecer carreras novedosas que redituaron en un beneficio económico para ellas y que fueron posteriormente copiadas por las universidades de mayor prestigio, enriqueciendo el panorama educativo mexicano.