La "enfermedad traumática" sigue siendo la epidemia silente de nuestra época, a pesar del enorme impacto epidemiológico, social y económico que tiene en todo el mundo. Su abordaje clínico se inscribe dentro del campo de las urgencias quirúrgicas y de otras especialidades, actividad que, por su propia naturaleza, no está sujeta con frecuencia a la monitorización y controles de calidad existente en la actividad quirúrgica electiva en determinados medios. En nuestro sistema sanitario, existe escasísima información sobre la calidad asistencial prestada a los pacientes traumatizados, así como de la mortalidad evitable y los posibles tipos de errores cometidos durante esta asistencia. La inexistencia de un registro nacional de pacientes traumatizados contribuye a esta falta de información.