El Dios de católicos es universal, al igual que su Iglesia, no estando limitados, a un reduccionismo filosófico en las tareas que pueden desempeñar el género femenino. La mujer no es un personaje secundario de la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo, sino forma parte en igualdad de condiciones humanas que el propio género masculino, sin ningún tipo de diferenciación física, psíquica o sensorial, salvo la biológica, y menos aún, teológica, jurídica o social. La mujer realiza el mismo apostolado evangelizador en la transmisión de la fe al género humano en concurrencia con los conceptos morales y éticos aceptados universalmente.