El cáncer ginecológico es el cuarto tipo más frecuente en todo el mundo; su pronunciado aumento constituye un reto de salud pública para los servicios sanitarios y los responsables políticos. El diagnóstico de cáncer afecta a las pacientes y a sus familias física, económica y emocionalmente. El cáncer sigue considerándose sinónimo de muerte, dolor y sufrimiento. Por lo tanto, es necesario intentar mejorar el rendimiento físico y la calidad de vida de esta categoría de pacientes. La enfermera de oncología tiene un papel importante en la educación de las pacientes y en la gestión de los efectos secundarios, ayudando así a cada mujer a mantener su sexualidad y su calidad de vida.
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