Utilizamos el término "narcisismo" para describir una incapacidad de amar causada por dos cosas. La primera es la incapacidad del bebé para desarrollarse más allá del momento en que empieza a percibir a su madre como algo separado de él. A diferencia del Narciso del mito, nuestro narcisista se odia a sí mismo. Su rabia no tiene adónde ir. No tiene salida porque él y su frustrante madre son uno. Su realidad interna y el mundo que le rodea son una misma cosa. La segunda es que, en la medida en que se ha diferenciado de su madre, teme que su rabia omnipotente la destruya a ella y a sí mismo. En un esfuerzo por proteger su propia vida, vuelve su furia contra sí mismo, preservando así a su madre, que le mantiene vivo, de la destrucción. Esto se denomina "la defensa narcisista" y subraya la parte del mito de Narciso que muestra que la preocupación de Narciso por sí mismo le destruye, aunque se describe más como amor propio que como odio a sí mismo. Sin embargo, el mito de Narciso presupone un paciente más evolucionado que el que nosotros tratamos. Para nuestro pensamiento, Narciso no es curable mediante la iluminación. No es un loco, es una víctima.
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