Al sumergirnos en la música de Beethoven logramos replicar en nosotros el avanzado estadio de conciencia de Beethoven. La etapa de la conciencia es: plena conciencia del espíritu pensante y deseoso con el centro de la conciencia ubicado dentro de su elemento pensante. El querer está enraizado en el pensar; el espíritu consciente que piensa procede gradualmente al querer (acción) cuyo fin último es establecer su (=del pensar) contenido ideal ("resultado") en el universo. Para el espíritu consciente, el mundo de los sentimientos aparece como un mero elemento atávico del alma. Es un conocimiento inherente al espíritu consciente que su pensamiento trasciende su naturaleza subjetiva; todo en el universo es accesible al espíritu a través de la intensa actividad del pensamiento. El universo se percibe como fundamentalmente consciente. El espíritu tiene una certeza absoluta en cuanto a su libertad.
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