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EL OCTETO DE CÓRDOBA Las paralelas no se tocan, seguimos pensando algunos, a pesar de los desmentidos de la relatividad. ¿Qué sucede, entonces, con las obligadas vidas paralelas de quienes luchan en las sombras? ¿Cómo operan en su acontecer único? Sí, hay misterios en lo cotidiano de nuestro demencial mundo, apenas vislumbrados en la sesgada descripción de escenas ofrecidas, que pueden involucrar o no a los personajes que seguimos. De cualquier manera, es forzoso elogiar el dominio narrativo que el autor despliega en estas pasarelas, dándonos a compartir la continuidad de sus pasos, pero…mehr

Produktbeschreibung
EL OCTETO DE CÓRDOBA Las paralelas no se tocan, seguimos pensando algunos, a pesar de los desmentidos de la relatividad. ¿Qué sucede, entonces, con las obligadas vidas paralelas de quienes luchan en las sombras? ¿Cómo operan en su acontecer único? Sí, hay misterios en lo cotidiano de nuestro demencial mundo, apenas vislumbrados en la sesgada descripción de escenas ofrecidas, que pueden involucrar o no a los personajes que seguimos. De cualquier manera, es forzoso elogiar el dominio narrativo que el autor despliega en estas pasarelas, dándonos a compartir la continuidad de sus pasos, pero también las peligrosas zonas de aquel tiempo y lugar. ¿Serían las Sombras y Cabildos otra novela, dentro de Nubedil? Aunque lo merecen, apuesto por la negativa: Como en la vida misma hay otros mundos, pero están en éste. Esclarecedor ejemplo de que no es el escritor quien se ciñe y supedita a los géneros, sino el que los crea y utiliza a su voluntad, cuando la imaginación lo pide. No es menor la realidad, cruda y oscura, del Despacho policial, que la envuelta en luces de los desfiles. Y agradezco la siniestra oficina de Gambetta, tentación dramatúrgica para teatreros como yo. Imposible sustraerse a los muy cordobeses juegos con que prueba nuestra atención; como en el giro coloquial de Novary, evidente trasunto del Nobody que los Polifemos persiguen a ciegas. Claro que sí, leer es jugar al lado de los personajes, sus no siempre divertidas historias. Ahí estamos >Daniel Pando