Nuestra Iglesia implora su conversión Nuestra Iglesia hoy implora, una honda conversión, nuestra oración, ya lo grita, ¡volver a nuestra misión!. Cambios profundos y nuevos, y clara reorientación, confiar en prontos renuevos, para la evangelización. Cambiar líderes cansados, por pastores, en misión, y a jerarcas agotados, por laicos, con vocación. Cambiar el gris, día a día, por carnaval de emoción, más música de alegría, y salmos de animación. Renovar secretarías, catequistas transformados, más jóvenes, con energía, y agentes resucitados. Menos clericalistas, y menos autoritarios, menos materialistas, y mucho más, solidarios. Menos burocracia y menos mal trato, que abunde la gracia, y fraterno buen trato. Menos secretismo, y más amistad, sin individualismo, y más comunidad. Más párrocos que conversen, que conozcan a la gente, que, en sus prédicas conversen, con la cultura emergente. Menos gerentes y más pastores, entre indigentes, menos patrones, más apóstoles y profetas, más testigos y santas metas. Nuestra oración ya lo grita, frente a tanta confusión, nuestra Iglesia necesita, una honda conversión.