Aunque el síndrome de Willis-Ekbom fue descrito por primera vez en los años 40 del siglo pasado, es en los últimos 20 años cuando ha recibido una mayor atención. Esto es debido a la gran prevalencia en la población en general. También han contribuido otros factores, como los importantes avances en la caracterización genética, el impulso general aportado por el auge de la medicina del sueño en el mundo desarrollado, o el posible factor de morbilidad que esta enfermedad supone para otras enfermedades, como puedan ser las cardiovasculares o las metabólicas, sin desdeñar los importantes avances en el tratamiento. Como resultado de todo ello, en estos años ha aumentado notablemente el número de pacientes diagnosticados y tratados de SPI.