Este libro cubre la posible oportunidad de mitigar la emisión de gases de efecto invernadero a través de las actividades agrícolas. Las tierras agrícolas ocupan el 37% de la superficie terrestre. A nivel mundial, la agricultura es responsable del 20% de las emisiones de gases de efecto invernadero y libera a la atmósfera cantidades significativas de CO2, N2O y CH4. El dióxido de carbono se libera en gran medida por los cambios en el uso de la tierra, la descomposición de la materia orgánica del suelo y porque la agricultura consume combustibles fósiles durante la fabricación de equipos, fertilizantes y otros insumos químicos. El metano se produce cuando los materiales orgánicos se descomponen en condiciones de falta de oxígeno, sobre todo a partir de la digestión fermentativa del ganado rumiante, los estiércoles almacenados y el arroz cultivado en condiciones de inundación. El óxido nitroso se genera por la transformación microbiana del nitrógeno en suelos y estiércoles. Los flujos de gases de efecto invernadero procedentes de la agricultura son complejos y heterogéneos, pero la gestión activa de los sistemas agrícolas ofrece posibilidades de mitigación. Las prácticas agrícolas que promueven una buena gestión de la tierra parecen minimizar o reducir la emisión de GEI. Existen oportunidades en todos los segmentos de la agricultura para reducir el impacto ambiental.
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