La rotura del LCA tiene una prevalencia de 1 cada 3000 personas y aproximadamente se producen 250000 nuevas reparaciones cada año en EEUU. La mayoría de las lesiones del LCA tienen lugar en el curso de actividades deportivas que implican movimientos de desaceleración, giro, recorte y salto. El ligamento falla como consecuencia de una fuerza excesiva en valgo, una rotación externa violenta del fémur sobre una tibia fija con la rodilla en extensión completa o una hiperextensión forzada. De esta alta prevalencia y aumento de actividades deportivas en nuestra sociedad actual, surge esta cirugía recontructiva de LCA en la que debemos procurar la mayor estabilidad de la rodilla para conseguir mayor satisfacción subjetiva del paciente así como disminuir en la medida de lo posible el grado de artropatía degenerativa por esa microinestabilidad. Siendo la orientación vertical del túnel femoral en el plano axial un predictor muy importante de este resultado y está estrechamente relacionada con la inestabilidad rotatoria residual. Así, el posicionamiento más oblicuo del injerto puede tener ventajas en la estabilidad rotacional, que a su vez aumenta satisfacción subjetiva del paciente.