Que Cristo está muy lejos del etnocentrismo al que con frecuencia le hemos relegado aquí, en Occidente, cada día se va viendo más claro. No podemos encerrar a Cristo en una cultura determinada. Lo mismo ocurre con su Espíritu, que es fuerte y ubicuo como el viento. "Sopla donde quiere" ¿dice San Juan¿ y transporta las "semillas del Verbo", de las que hablaban los Santos Padres, de una latitud a otra. Muchas de estas semillas pueden encontrarse en otras religiones. Pablo VI supo descubrirlas, valorarlas y proclamarlas. Este libro sólo pretende dejar claro lo que todo el mundo reconoce en el Papa del Concilio Vaticano II: su amor al Cristo que no divide, sino que confirma y discierne todo lo auténticamente religioso que el Espíritu ha diseminado por el ancho mundo. Desde la centralidad no excluyente de un Cristo universal, al que respetan y veneran judíos y musulmanes, hindúes y budistas, Pablo VI quiso abrirse a lo más puro y verdadero, a lo más bello y bondadoso de los creyentes del mundo. Llegó hasta donde creyó conveniente hacerlo. Sin duda, colocó las bases para seguir construyendo y haciendo camino en esta larga y esperanzadora marcha hacia el encuentro de los que profesan otras religiones. Eduardo de la Hera es sacerdote de la diócesis de Palencia. Profesor en el Instituto Teológico del Seminario San José de su diócesis, explica, entre otras disciplinas, Antropología Teológica y Ecumenismo. Doctor en Teología por la Universidad Gregoriana de Roma, ha publicado "Pablo VI, timonel de la unidad" (Zamora, Monte Casino, 1998). Actualmente prepara una biografía del Papa Montini.
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