Para ser maestro, hay que amar la docencia, en los diferentes niveles de escolaridad, es de suma importancia que el maestro (a) tenga la ética, la sabiduría e inteligencia, y amar a Dios para poder amar a los estudiantes en su ciclo escolar, y ayudarles, en su desarrollo estudiantil, tanto la ética, como en las asignaturas, y además que aprendan a ser servidores púbicos, ante la sociedad, y sobre todo en sus hogares, con ellos mismos. Y así el docente estará tranquilo consigo mismo al final de la jornada, y los estudiantes, seguirán sus pasos, sus consejos sabios en sus momentos de angustia de los problemas, de aprietos ante cualquier problema de actividad laboral. Ser maestro- docente es un compromiso muy serio y responsabilidad, porque ellos y ellas, tendrán en sus manos, sus mentes, la formación, el desarrollo, de cada estudiante, para ser formados tal como debe de ser. Y al final de la jornada cada docente estará tranquila su conciencia por o que ha formado y terminado su labor.