Hace tiempo que se sabe que la fauna salvaje es una fuente potencial de enfermedades infecciosas emergentes en humanos y animales domésticos. Históricamente, las enfermedades de la fauna salvaje han sido objeto de atención sobre todo cuando se las consideraba una amenaza para los sistemas agrícolas y la salud económica, social o física de los humanos . De hecho, las posibles repercusiones de las enfermedades infecciosas en las poblaciones de animales salvajes han quedado a menudo eclipsadas por cuestiones antropocéntricas aparentemente más acuciantes. Sin embargo, hoy en día la comprensión de la ecología de las enfermedades infecciosas en la fauna salvaje evoluciona rápidamente, y se aprecia una nueva apreciación del impacto que las enfermedades infecciosas pueden tener en la dinámica y la sostenibilidad de las poblaciones de fauna salvaje. En particular, cada vez se reconoce más la grave amenaza que las enfermedades pueden suponer para las especies salvajes en peligro de extinción y genéticamente empobrecidas, así como la importancia de preservar la biodiversidad en los ecosistemas salvajes para prevenir y controlar la aparición o reaparición de enfermedades. Las enfermedades parasitarias pueden tener un impacto significativo en la fauna salvaje. Se trata de una preocupación importante, sobre todo para la conservación de las especies amenazadas.
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