La liberación de los pueblos rebeldes como horizonte y la educación y formación zapatista como pedagogía de la resistencia y la emancipación han funcionado para el movimiento indígena zapatista como estrategias formativas de sujetos históricos y políticos que fortalece los elementos identitarios y lazos de pertenencia e identificación entre las familias rebeldes y sus niños/as. Aparece así la idea de solidaridad, compañerismo, las redes protectoras, el cuidado del otro y la relación con la "Madre Tierra" como parte constitutiva de las prácticas políticas pedagógicas y la resistencia rebelde frente a la inconformidad, la injusticia y las experiencias de violencia experimentadas. La educación y formación zapatista se convierte así en una herramienta decolonizadora del ser, saber y poder, pero también en un proceso creativo de otras formas de vivir, pensar, sentir y hacer política.