En las Escrituras, la iglesia es comparada con diversas figuras simbo¿licas: Una novia, un edificio, un campo de labranza, etc. Una de las analogi¿as mäs ilustrativas, es un reban¿o de ovejas. La intencio¿n de Dios con esta u¿ltima semejanza, es mostrarnos la vulnerabilidad y necesidad de cuidados y de direccio¿n que tiene su iglesia y, por consiguiente, dotarle de obreros que la gui¿en, la alimenten y la cuiden. Tales obreros son llamados pastores. En la práctica, muchas personas son incorporadas en el ministerio, sin entrenamiento ni formación metódica sobre lo que implica la delicada tarea de pastorear el alma de las personas. Pastoreo no es motivación, proselitismo y menos aún manipulación. Es necesario conocer los elementos que conforman el alma humana y entender porqué somos como somos. Además es imprescindible definir cómo se puede conducir un alma inmadura para que alcance madurez espiritual. El presente documento pretende ofrecer algunas luces a tales planteamientos.
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