Educar al soberano, es decir, lo que se llama pueblo, significa promover su empoderamiento, su emancipación, para lo cual es necesario favorecer su autonomía y capacidad crítica, dándole herramientas para convertirse en una ciudadanía responsable, comprometida y capaz de participar activamente en la transformación de la sociedad, el Estado y el orden social. Es Paulo Freire el educador que propone una educación de la liberación y la esperanza para América Latina, especialmente frente a los esquemas educativos de los organismos internacionales, que por medio de las reformas educativas concibieron a la educación como un instrumento de cobertura y de formación de ciudadanos sometidos a los intereses de grupos con poder hegemónico y de explotación de la fuerza de trabajo; por lo que, su apuesta es formar una ciudadanía crítica, activa, comprometida y capaz de participar en la transformación de la realidad, lo que es fundamental para conseguir una auténtica democracia.