Cuando aprendemos a escribir, no só lo copiamos letras o sí labas, sino que expresamos ideas y miradas, experiencias cotidianas y modos peculiares de decir. Alfabetizarse no significa repetir palabras, sino poder decir las propias. La teorí a de Freire coloca a los sujetos en condiciones de replantearse crí ticamente las palabras de su universo para descubrirse y conquistarse y, así, asumir lú cidamente su condició n humana. Este aprendizaje transformador es la ví a que recorre Pedagogí a del oprimido. Mientras que la educació n que Freire cuestiona anula el poder creativo de las niñ as y los niñ os y satisface de esa forma los intereses de una sociedad regida por la prá ctica de la dominació n, su pedagogí a liberadora propone a alumnos y maestros que inicien juntos, como oprimidos, la tarea histó rica de liberarse a sí mismos apropiá ndose del mundo que los rodea. Sin lugar a dudas, la obra má s representativa de Paulo Freire y la de mayor influencia en el pensamiento pedagó gico y social del siglo XX, el mé todo de alfabetizació n que inaugura Pedagogí a del oprimido sigue siendo indispensable para reflexionar sobre la prá ctica educativa tambié n en el siglo XXI. El educador liberador está con los alumnos en vez de hacer cosas para los alumnos. En ese acto conjunto de conocimiento hay racionalidad y pasió n. Y eso es lo que yo soy, un educador apasionado, porque no entiendo có mo vivir sin pasió n. Enseñ ando descubrí que era capaz de hacerlo y que me gustaba mucho. Empecé a soñ ar cada vez má s en ser un profesor. Aprendí a enseñ ar a medida que má s amaba hacerlo y má s estudiaba al respecto. Paulo Freire
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