Para que la inserción social sea una realidad es necesario potenciar las competencias socioemocionales. La metodología utilizada consistió en una propuesta de intervención para medir las variables pre y post tratamiento y se utilizaron tres instrumentos, la escala de Habilidades Sociales de Goldstein (1978), la escala de Inteligencia Emocional Percibida (TMMS-24), así como la escala de Autoestima de Rosemberg(EAR). Los ANOVAs pretest-postest evidenciaron que se potenció significativamente (p< 0,01) un aumento de las conductas sociales positivas, las competencias emocionales y la autoestima. Además se observaron correlaciones positivas entre las variables y se evidenció que la población reclusa analizada en el estudio presentaba pocas habilidades emocionales en general, tanto para conocer las propias emociones como para poder regularlas. Las conclusiones a las que se han llegado fueron que se hacía necesaria la intervención pedagógica para desarrollar estas competencias y habilidades para la reinserción social y sociolaboral.