Figari y Karuse; desde un rincón alejado de la América del Sur visualizaron de forma prospectiva una educación técnica que formaría capacidades humanas de alta calificación para el devenir de las futuras generaciones. En Argentina, el ingeniero Otto Krause desde su profesión y trayectoria, generó y llevó a buen puerto una experiencia de educación industrial que proliferó en gran parte de este país. Mientras que desde Uruguay, el joven abogado Pedro Figari, desde su visión humanista a finales del siglo XIX, siendo defensor de oficio de las clases mas desposeídas de ese Montevideo pos colonial; se involucra, escribe ensayos pedagógicos e idealiza la puesta en practica de una educación técnica basada en el arte y el pensamiento. Postula la perspectiva latino-americanista y la influencia de pedagogos europeos, tales como Kerschensteiner o Pestalozzi. Su periplo inicial, vicisitudes y la trascendental etapa de la educación técnica uruguaya, que lo llevaría a una breve gestión en el tiempo; pero muy fructífera y vanguardista. A partir de ahí, se hace la necesaria conjunción de ambas gestiones, que no solo compartieron la temporalidad en ambas margenes del plata, sino que mucho mas.