Biológicamente, la alimentación humana comienza inmediatamente después del parto, a través de la leche producida por las glándulas mamarias de las puérperas. Este acto, embriológicamente "automático" en los mamíferos en general, difiere con respecto al Homo Sapiens, ya que la lactancia requiere un aprendizaje por parte de la nueva madre y del recién nacido. A partir de ahí, una vez establecido el vínculo madre-hijo, la lactancia se consolida plenamente y se observa el buen desarrollo de la cría con el paso de los días y los meses. Sin embargo, el "acto biológico" camina sobre matices antropológicos y holísticos, donde los miedos y ansiedades maternas pueden perjudicar el buen desempeño de la lactancia. Así, es necesario que el conocimiento técnico sea diseminado a la población en general, a través de políticas públicas de los órganos que regulan la salud. En este contexto, en Brasil, a través del Control Prenatal de Bajo Riesgo, desarrollado en la Atención Primaria del Sistema Único de Salud, las gestantes son monitoreadas desde el embarazo hasta el final de los seis meses sugeridos para la Lactancia Materna Exclusiva. Por lo tanto, este seguimiento de las mujeres lactantes es de suma importancia para una buena lactancia materna.
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