Tradicionalmente el proceso enseñanza-aprendizaje en la educación superior estuvo signado por la enseñanza de la asignatura . De este modo, asignatura mediante, se enseñaban conocimientos, habilidades, destrezas y actitudes. La evaluación del aprendizaje que se sigue da cuenta del rendimiento del estudiante en cada asignatura y, al ser ésta una evaluación totalmente fraccionada, en lo que en realidad califica la universidad es en el dominio de una miscelánea de asignaturas. Adicionalmente, la formación por asignaturas no es pertinente para la enseñanza de habilidades y actitudes. Por ejemplo, la habilidad para investigar se enseña mediante asignaturas, con el resultado que el estudiante aprende a discutir sobre la investigación, pero no a investigar. Ante esta situación, en la comunidad académica mundial se hacen esfuerzos para estandarizar una calidad básica de los programas y carreras universitarios, con miras a delimitar un referente común para efectos de evaluación, integración e internacionalización de la Educación Superior. Uno de los elementos que más aporta en esta estandarización de la calidad del currículo es su organización con base en las competencias.