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Las Áreas Protegidas y Conservadas (APC) por sí solas no pueden salvar a todas las especies de fauna silvestre; por ello, para una acción integrada es importante proteger también la fauna silvestre que existe fuera de las áreas protegidas. Para muchas especies silvestres, la planificación a nivel de paisaje, el Enfoque de Gestión Adaptativa (AMA) y el uso sostenible son claves para la productividad y la supervivencia a largo plazo. Los programas sólidos de gestión de la fauna silvestre, cuando se basan en nuestra comprensión de los factores biológicos y ecológicos, como los hábitats de las especies, las rutas de migración, el tamaño de las poblaciones, la productividad y la demografía, pueden constituir un enfoque más eficaz para la acción de conservación. En vista de su valor ecológico, social y económico, la fauna silvestre es un importante recurso natural renovable para la comunicación y el desarrollo rural que afecta inmensamente al cambio de uso de la tierra, el suministro de alimentos, el ecoturismo, el seguimiento y la evaluación científica, la salud, la educación y el patrimonio cultural. Si se gestiona de forma sostenible, la fauna silvestre puede proporcionar un suministro continuo de alimentos e ingresos para aliviar la pobreza y salvaguardar los bienes y servicios del ecosistema para proteger la salud humana y medioambiental.