La predictibilidad de la respuesta de los tejidos blandos y los cambios de simetría tras la cirugía ortognática es limitada, sobre todo en las zonas maxilar y mediofacial, debido a las débiles correlaciones entre los cambios en los tejidos duros y blandos de estas regiones. En las últimas décadas, la proliferación de tecnologías tridimensionales ha sido extraordinaria, lo que ha repercutido significativamente en diversos ámbitos de aplicación. El tratamiento de las deformidades dentofaciales suele requerir una combinación de estrategias ortodóncicas y quirúrgicas. Procedimientos como la osteotomía Le Fort I (LFI), la osteotomía sagital bilateral dividida (BSSO), la osteotomía vertical de rama intraoral (IVRO), la osteotomía sagital de rama dividida (SSRO), la cirugía bimaxilar y la genioplastia se utilizan con frecuencia para abordar las necesidades específicas de los pacientes que presentan dichas afecciones. La planificación de estas intervenciones se ha basado con frecuencia en métodos bidimensionales. Los avances en gráficos 3D y herramientas de imagen permiten ahora explorar la planificación quirúrgica y anticipar las consecuencias de diversas estrategias clínicas. Además, los cirujanos pueden emplear una tecnología láser 3D para escanear y cartografiar la superficie de la cara, una herramienta vital para poner de relieve los efectos de las alteraciones de la piel facial.
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