La hipótesis de guerra venezolana fue diseñada para poder darle un estatus de enemigo a las fuerzas de oposición, ya que éstas representan una amenaza real para la continuidad de la Revolución Bolivariana, pues bien sea por su capacidad de convocatoria en los procesos electorales o por su habilidad para movilizar las masas contra el gobierno, la oposición podría llegar al Palacio de Miraflores y poner fin al proceso revolucionario. Al señalar a los líderes políticos de oposición como "fuerzas conspiradoras" que planean un golpe de Estado con apoyo de Estados Unidos y Colombia, el oficialismo amplía sus posibilidades de represión contra la oposición, arrogándose hasta el uso de la fuerza letal so pretexto de garantizar la "Defensa Integral de la Nación".