La finalidad de cualquier proceso de planificación estratégica territorial, en su componentes urbano o ambiental, es el de incidir en la dinámica futura de la ciudad y su área de influencia mediante la toma de decisiones coordinadas y consensuadas, que se ejecutarán por parte de los agentes políticos, económicos y sociales. La Planificación Estratégica es clave para conseguir una ciudad del siglo XXI, según los Desafíos de la Nueva Agenda Urbana (III Conferencia Hábitat de Naciones Unidas, Quito, 2016). Esos retos, son conseguir planificar una ciudad con este múltiple enfoque: 1. Compacta; 2. Incluyente; 3. Integrada, y 4. Conectada. En ese sentido, nosotros ya habíamos apostado hace más de una década por la Planificación Estratégica como instrumento capaz de fusionar y articular el Planeamiento físico del suelo (urbano, urbanizable, rústico y protegido) con las estrategias socio-económicas de la ciudad, para que el desarrollo fuese acompasado a los requerimientos y necesidades de cada momento, dada la flexibilidad de esta herramienta para diseñar nuevos escenarios, como en el caso seleccionado de Mérida, capital autonómica de Extremadura (España).