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Fray Luis es considerado una de las voces más altas de toda la poesía en castellano. El propio Fray Luis dividió sus poemas en tres apartados: las originales, las traducciones de poetas profanos y las traducciones o versiones bíblicas. Quevedo editó por primera vez en 1631 sus poemas, utilizándolo como antinomia del culteranismo en el contexto de la guerra poética que mantenían Quevedo y Góngora (cada uno con sus respectivos secuaces detrás). Sin embargo, no fue hasta fines del XIX, que se hizo una buena edición de los poemas de Fray Luis. Considerado por algunos un poeta místico, dejó poemas de notable sabor íntimo-religioso.…mehr

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Produktbeschreibung
Fray Luis es considerado una de las voces más altas de toda la poesía en castellano. El propio Fray Luis dividió sus poemas en tres apartados: las originales, las traducciones de poetas profanos y las traducciones o versiones bíblicas. Quevedo editó por primera vez en 1631 sus poemas, utilizándolo como antinomia del culteranismo en el contexto de la guerra poética que mantenían Quevedo y Góngora (cada uno con sus respectivos secuaces detrás). Sin embargo, no fue hasta fines del XIX, que se hizo una buena edición de los poemas de Fray Luis. Considerado por algunos un poeta místico, dejó poemas de notable sabor íntimo-religioso.
Autorenporträt
Fray Luis de León (Belmonte, Cuenca, 1527-Madrigal de las Altas Torres, Ávila, 1591). España. De familia ilustre con ascendientes judíos, Luis Ponce de León estudió en Alcalá de Henares y Toledo antes de ingresar como novicio en el convento salmantino de San Agustín. Participó en las polémicas que enfrentaban a dominicos y agustinos en la universidad de Salamanca. Frente al tomismo conservador de los primeros, postuló el análisis de las fuentes hebreas en los estudios bíblicos. Cuando se difundió su traducción al castellano del Cantar de los cantares a partir del hebreo, fue acusado de infringir la prohibición del Concilio de Trento, que estableció como oficial la versión latina de san Jerónimo. Procesado por la Inquisición, estuvo encarcelado entre 1572 y 1577, al final fue declarado inocente y pudo volver a sus clases. Hombre vehemente, sufrió otra amonestación inquisitorial en 1584. Tuvo las cátedras de filosofía y estudios bíblicos, y poco antes de su muerte, en 1591, fue nombrado provincial de la orden agustina en Castilla. Dominaba el griego, el latín, el hebreo, el caldeo y el italiano. Fue admirado por Cervantes (que lo llamó «ingenio que al mundo pone espanto»), por Lope de Vega que escribió: «Tu prosa y verso iguales conservarán la gloria de tu nombre» y sobre todo por Francisco de Quevedo (quien lo consideró el «mejor blasón de la habla castellana»).