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A los veinticinco años fueron incluidos varios poemas de Quevedo en la antología de Pedro Espinosa Flores de poetas ilustres (1605). La primera edición de sus versos fue publicada póstumamente por Jusepe González de Salas con el título de El Parnaso español, monte en dos cumbres dividido, con las nueve musas castellanas (1648). Un sobrino de Quevedo, Pedro Aldrete y Villegas, continuó publicó su obra lírica en Las tres últimas musas castellanas (1670). Quevedo fue la figura más célebre de esta tendencia. Fue adversario de Luis de Góngora y de los culteranos, a quienes ridiculizó en varios…mehr

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Produktbeschreibung
A los veinticinco años fueron incluidos varios poemas de Quevedo en la antología de Pedro Espinosa Flores de poetas ilustres (1605). La primera edición de sus versos fue publicada póstumamente por Jusepe González de Salas con el título de El Parnaso español, monte en dos cumbres dividido, con las nueve musas castellanas (1648). Un sobrino de Quevedo, Pedro Aldrete y Villegas, continuó publicó su obra lírica en Las tres últimas musas castellanas (1670). Quevedo fue la figura más célebre de esta tendencia. Fue adversario de Luis de Góngora y de los culteranos, a quienes ridiculizó en varios poemas y en los opúsculos de crítica literaria La culta latiniparla (1629) y La aguja de navegar cultos (1631).
Autorenporträt
Francisco de Quevedo y Villegas (Madrid, 1580-Villanueva de los Infantes, Ciudad Real, 1645). España. Hijo de Pedro Gómez de Quevedo, noble y secretario de una hija de Carlos V y de la reina Ana de Austria. Francisco de Quevedo estudió con los jesuitas en Madrid, y luego en las universidades de Alcalá (lenguas clásicas y modernas) y Valladolid (teología).Tras su regreso a Madrid tuvo la protección del duque de Osuna, con quien viajó a Sicilia en 1613. Osuna fue nombrado virrey de Nápoles y Quevedo ocupó su secretaría de hacienda y participó en misiones políticas contra Venecia promovidas por su protector. Cuando éste cayó en desgracia Quevedo sufrió destierro y prisión, pero regresó a la corte tras la muerte de Felipe III. Durante años tuvo buenas relaciones con Felipe IV, aunque no consiguió ganarse la simpatía de su favorito, el conde-duque de Olivares. Se especula que dejó bajo la servilleta del monarca el memorial contra Olivares titulado «Católica, sacra, real Majestad», lo que motivó su detención en 1639. Se cree, en cambio, que terminó en un calabozo del convento de San Marcos de León, donde estuvo hasta 1643, víctima de una conspiración. Murió en Villanueva de los Infantes.