A partir del retorno de Chile a la democracia (1990), las demandas asociadas a una mayor equidad de género se han transformado en una parte importante de la política nacional. Este libro argumenta que la democratización político-institucional ha sido condición necesaria -pero no suficiente- para abordar la cuestión de la igualdad de género en la sociedad. Si bien los movimientos sociales han conseguido colocar sus demandas en el espacio político, traducirlas a legislación y políticas públicas concretas ha sido un proceso largo y complejo; un proceso en el cual se ponen en juego recursos materiales y sobre todo simbólicos, tales como las representaciones predominantes sobre el rol que hombres y mujeres deben desempeñar en la sociedad y en la familia, así como la concepción misma de lo que deba ser una familia o cómo se concibe la sexualidad, entre otras cuestiones. La presente obra documenta ese proceso y propone un marco analítico para el estudio de la ciudadanía desde la perspectiva de género.