Investigar Prácticas de Crianza supone un doble desafío: práctico y teórico. Práctico porque tienen lugar permanentemente en el interior del hogar, preservadas de miradas externas. Teórico porque sólo se consideran prácticas de crianza aquellas que pueden ser nombradas, tradicionalmente las de orientación o guía que proponen los padres a sus hijos, para el propio desarrollo de los niños. Sin embargo se halló que existen otras prácticas, hasta el momento invisibilizadas, denominadas albedrío e imposición. En todas ellas, los miembros de la familia ejercen presiones mutuas, mientras atraviesan ciclos vitales durante los cuales sus integrantes no son siempre los mismos. Cuando se los caracteriza por pertenecer a similares condiciones socio-estructurales, se registran regularidades en las prácticas, pero también divergencias. En ambos casos, sus implicaciones exceden el entorno y coyunturas familiares, cuya trascendencia favorece u obstaculiza la integración de los niños en ámbitos civiles o instituciones estructuradas, como la escuela. Este trabajo propone, una nueva definición de prácticas de crianza, colaborando con un modelo que amplía la visión con la cual se las estudia.